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Aunque siempre dice que es una profesional, cuando esta masajista recibe a algún cliente masculino que le gusta, se le van las manos. De hecho, con el último se pasó y mucho, ya que acabó tocándole hasta la polla. Pero a él no solo no le importó, sino que para acabar con el calentón que llevaba encima, se dio la vuelta y le metió un polvazo en la mesa de masajes, para calmar su apetito de sexo.
No suelo ir a centros de masajes pero, si todos los masajistas son como éste, voy a tener que ir más a menudo. Y es que en su consulta, noté como mientras me masajeaba, su polla se iba poniendo dura. No podía dejar de pensar en ello y al final, me di la vuelta para chupársela y pedirle que me follase el chochito sobre la mesa.
Eso quiere decir que si no eres lesbiana y además estás como un puto tren, te quedarás sin masaje. Y es que esta rubia se emplea a fondo para dejar a sus pacientes como nuevas. Y si para ello tiene que comerles el coño, pues se lo come.
Después de haber visto como doscientos vídeos de masajistas follándose a unos pivones increíbles, por fin he llegado a la conclusión de que me he equivocado de profesión. Pero creo que todavía estoy a tiempo, me voy a sacar el título y luego a ponerme las botas.
Ni futbolista, ni bombero ni astronauta. Después de ver lo bien que se lo monta este chaval, yo de mayor quiero ser masajista. Así podré follarme a tías buenas y encima cobrar una buena pasta por ello.
Este masajista ha visto tan necesitada a su paciente que al terminar el masaje, le ha quitado la toalla que le cubría el culito y le ha comido todo el coño. Ella no le hace ascos y deja que se lo coma hasta correrse.
Este masajista quiere enseñarnos cómo hay que dar un buen masaje a una mujer. Primero se le desnuda, se echa bien de aceite por todo el cuerpo y luego… zas! Se le mete la polla por todos los agujeros que pilles. Es un buen masaje, sí señor.