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No cabe duda de que Marsha May tiene uno de los culos más bonitos y sexys del porno. Pero por si fuese poco todo eso, es que encima sabe como usarlo para satisfacer a un hombre, sobre todo a la hora del sexo anal. Y es que ahí también es una experta, ya que hay pocas que disfruten tanto de una buena enculada como esta rubia.
Tras invitar a unas amigas a probar su nuevo jacuzzi, los tres salieron de allí más cachondos que nunca y decidieron seguir con la fiesta en el salón. Una vez allí, se quitaron las toallas y acabaron por montarse un trío, donde estas dos diosas de pechos enormes quisieron compartir su rabo y gozarlo en un polvete donde las dos se corrieron mientras le montaban.
Al parecer, en este periódico tienen a un nuevo redactor y es un poco inútil a la hora de escribir las noticias, por lo que la jefa de prensa ha decidido llamarle la atención. Parece que no puede sacar más provecho del chico y pensó en despedirle, pero a solas en el despacho encontró algo productivo en él y fue su rabo, el cual acabó probando en una brutal follada.
Acaba de ser contratada en esta tienda, pero un día la jefa de esta dependienta sospechaba que le estaba robando y cuando le dijo que se subiese la falda, descubrió que llevaba bajo ella unas bragas de la tienda que no había pagado. Como castigo por intentar robar, la madura acabó cogiendo un consolador y se la folló allí mismo, por ladrona.
Tuvo un problema con su coche y lo llevó al taller para que lo revisaran, pero andaba algo corta de dinero y no supo como pagar al mecánico. Pero el tipo si que encontró una solución, así que tras pedirle a su ayudante que se fuese, se cobró con un polvete para la chica donde le dio con ganas a su chochito depilado.
Aunque siempre dice que es una profesional, cuando esta masajista recibe a algún cliente masculino que le gusta, se le van las manos. De hecho, con el último se pasó y mucho, ya que acabó tocándole hasta la polla. Pero a él no solo no le importó, sino que para acabar con el calentón que llevaba encima, se dio la vuelta y le metió un polvazo en la mesa de masajes, para calmar su apetito de sexo.
Tras invitarle a cenar, esta gorda recibió la ayuda de su vecino para preparar la cena. Pero el ambiente entre los dos acabó subiendo de tono y, antes de que llegasen el resto de invitados, terminaron echando un buen polvo. Ella gozó de su pedazo de rabo y él, de sus carnes en movimiento mientras perforaba su coño junto a la encimera.